No es una novedad afirmar que, de uno u otro modo, la innovación es necesaria para la supervivencia de las organizaciones. Esto es algo que ya se encuentra en el ADN de las empresas de la nueva economía digital, pero que cada vez más se está extendiendo a los sectores más tradicionales y es válido para cualquier tipo de organización y sector, incluido el logístico-portuario. Esta necesidad, además, se ve incrementada por unos cambios en el entorno cada vez más acelerados y acentuados, como la crisis actual derivada de la pandemia de Covid-19. Pero no sólo, desde antes ya estábamos viviendo también el paradigma de la transformación digital y la industria 4.0, los retos derivados de la emergencia climática o incluso los incesantes cambios normativos y regulatorios. En un sentido darwiniano, se trata de innovar para adaptarse a los cambios o a largo plazo desaparecer. En palabras de Peter Drucker, la empresa que no innova se debilita y envejece, y en tiempos de cambios rápidos como el actual el deterioro también es rápido.
Los cambios nos fuerzan a innovar, pero cuando estamos bajo presión, apremiados por la urgente necesidad, no siempre surgen nuestras ideas más brillantes y por tanto corremos el riesgo de no adoptar las soluciones más adecuadas. Por el contrario, cuando todo va bien y no percibimos la necesidad del cambio, el riesgo está en la inacción.
La cuestión es que las ideas innovadoras no surgen por simple casualidad, todo es más fácil si la maquinaria está engrasada, si dirigimos nuestros esfuerzos a innovar de forma organizada, es decir, si gestionamos la innovación. Se trata de anticiparse a los cambios y estar preparados, pero también de provocarlos y ser pioneros. Como dijo Martin Luther King, “si no existe un camino, es necesario construirlo”. La gestión de la innovación consiste en establecer un método, un sistema, cuyo objetivo principal sea potenciar las ideas innovadoras que, finalmente, puedan acabar en el mercado en la forma de nuevos productos o servicios. Se refiere, pues, a fomentar la generación de ideas, evaluarlas, ordenarlas y priorizarlas, siempre de la mano de la estrategia del negocio y del mercado.
Un aspecto importante para potenciar las nuevas ideas es introducir la cultura de la innovación como parte de la cultura corporativa, extendiendo la actitud innovadora a todas y cada una de las personas y rincones de la organización. Como siempre, la clave está en las personas. La creatividad (al menos hasta que la inteligencia artificial diga lo contrario) está en las personas, en todas ellas, por ello es importante promover ambientes de trabajo motivadores que favorezcan y premien la generación de ideas y las prácticas innovadoras, aceptando el riesgo implícito y reconociendo las aportaciones creativas. Podemos pensar en las empresas más innovadoras, consultando las clasificaciones realizadas por las consultoras y centros de estudios más reputados, y la conclusión es que todas ellas fomentan la cultura de la innovación, siempre desde un liderazgo claro, pero que fluya a toda a la organización. Citando al inevitable Steve Jobs, “trasformar ideas verdaderamente interesantes y tecnologías incipientes en una compañía que pueda continuar innovando durante años, requiere mucha disciplina”.
Adquirir la cultura de la innovación exige cambios no sólo en la manera de trabajar, sino de pensar, que se deben introducir en el día a día de los equipos de trabajo. La organización debe estar abierta a cualquier nueva idea, estableciendo un clima de confianza creativa en el que cualquier persona se debe sentir con la capacidad real de hacer propuestas innovadoras sin tener miedo a equivocarse. Por tanto, cualquier idea innovadora deben tenerse en cuenta a priori, tanto si cuestiona creencias, tratando de romper lo establecido, si detecta tendencias que correctamente aplicadas puedan suponer una innovación, como si capta necesidades, que puedan resolver los problemas de las personas, o bien aproveche las competencias, el conocimiento o la experiencia en determinada materia, para obtener una innovación. Todavía más si cabe en estos tiempos de pandemia, y pese a las desastrosas previsiones económicas a corto y medio plazo, en Infoport pensamos que este es el camino, aunque no es un camino fácil, para continuar aportando en el momento apropiado las soluciones adecuadas a las expectativas de los clientes, y en general de la sociedad, en el campo de la transformación digital del transporte, basadas en modelos ambientalmente sostenibles, económicamente asumibles y socialmente inclusivos.
Artículo publicado por www.veintepies